martes, 13 de octubre de 2009

(…) viven de esa forma, cobijados en su delicado mundo. Entonces lees un libro, o haces un viaje o hablas con un colega y descubres que no estás viviendo, sino hibernando. Los síntomas de la hibernación son fáciles de detectar... primero, agitación. El segundo síntoma (cuando la hibernación se vuelve peligrosa y puede causar la muerte) es la ausencia del placer. Y eso, es todo. Parece una enfermedad inocua. Millones viven así (o mueren así) sin saberlo. Trabajan en oficinas, conducen un coche, crían a sus hijos y entonces tiene lugar alguna especie de terapia de choque... una persona, un libro, una canción, que los despierta y les salva de la muerte.


Anaïs Nin, Diarios.

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