El año pasado hice una de las cosas de las que más orgulloso me siento, le di una oportunidad a una persona de mejorar su calidad de vida con muy poco. Ha pasado un año y hace unas semanas recibí este dibujo, me lo hizo el niño que apadriné, se llama Jhon, tiene doce años y es de Tumaco (Colombia), una de las zonas más afectadas por la escasez de medios básicos para vivir y además es el escenario de escaladas de violencia armada. Durante el mes de mayo fueron perpetradas dos masacres en Cajapi, en los límites del municipio, asesinando a todos los miembros de una familia de la zona y a miembros indígenas del resguardo Awa.
Aquí operan paramilitares, las guerrillas de las FARC y delincuentes comunes, los casos de homicidio se ven incrementados sin que las investigaciones puedan hallar a los culpables de tales hechos. Yo solo espero que mi niño pueda crecer sin vivir rodeado de tales atrocidades, que crezca sano, reciba una educación y se realice como persona.
Sé que en estos tiempos de crisis es difícil planteárselo siquiera pero estamos hablando de una oportunidad de vida, de vidas, de con muy poco hacer mucho. Cuando recibí ese dibujo no me encontraba muy bien anímicamente y la realidad me dio una gran bofetada, ese niño está pasándolo realmente mal en comparación conmigo y su dibujo fue para mi un gran tesoro, seguro que lo hizo con toda su ilusión porque fue eso justamente lo que yo sentí al verlo... ilusión.
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